lunes, 20 de octubre de 2008

El “ocupante ilegal”, simbología remota de un gran suceso cósmico

La señal de los Dioses


“(...) hace tan solo unos pocos miles de años, el cielo ardió en llamas con una actividad eléctrica. Las ramificaciones de esta posibilidad afectarían directamente nuestro entendimiento de las raíces culturales, ¿cuál fue el impacto de los eventos registrados por las primeras civilizaciones? ¿Cuál fue la relación con la mitología del origen del mundo (...)?



De pronto, alguien señaló hacia el cielo. La tarde entera se tiñó de rojo; luego de blanco; amarillo intenso. La gran descarga en el firmamento era hermosa y a la vez aterrorizante. Era lo más aterrorizante que el grupo había visto jamás. Una bella y dolorosa señal de la insignificancia humana frente al poder de los Dioses.


El gran destello en el cielo permaneció por un tiempo. El necesario como para que los nativos lo grabaran en sus lienzos de granito. Un gran eje energético surcaba el espacio, desprendiendo a su vez gigantescas extremidades gaseosas ya para arriba, ya para abajo.


El verdadero origen de “el hombre palo”, u “ocupante ilegal” como también es conocido el petroglifo, probablemente sea uno de los enigmas que más ha encantado a los científicos especializados en la física del plasma. La representación gráfica del mismo puede apreciarse en el legado arqueológico de decenas de antiguas culturas del mundo sin conexión aparente entre las mismas.


Este indicio llevó a muchos científicos intrépidos a considerar al ocupante ilegal más como un suceso de proporciones magníficas común a diferentes culturas, que como una vaga y repetida representación de la anatomía humana.


Una nueva teoría para un viejo universo



Sin embargo, el hombre palo no representa el punto de origen de una teoría fantástica, sino meramente una suerte de evidencia de una gran corriente de pensamiento vanguardista conocida como “El universo eléctrico”.


Los defensores de la teoría del Universo eléctrico (tal como se titula la obra de Donald Scott, uno de los pioneros de la idea) sostienen que el plasma, un estado energético de la materia, es la sustancia que llena y la fuerza que rige casi la totalidad de los elementos existentes en el universo. Tal idea, confronta y es capaz de dar una explicación radicalmente nueva a las conocidas teorías sobre el Big Bang, la materia oscura y la relatividad general de Einstein, entre otras.


Pero la particularidad de pensar que el plasma (reconocido como el cuarto estado de la materia), llene el 99,9% del universo conocido y sea el responsable de la atracción planetaria en vez de la conocida fuerza de gravedad, ha ganado para la teoría del universo eléctrico un lugar relegado y hasta ridiculizado en el círculo de los científicos más conservadores.


Lo cierto es que el comportamiento de la electricidad existente entre los gases calientes y los gigantescos campos magnéticos de las estrellas son campos que han carecido del estudio necesario para validar o refutar teorías. Estudiar dichos campos podría significar la apertura hacia la comprensión de fenómenos desconocidos, como la terrible energía de los rayos gamma, la aceleración de la expansión cósmica y las tremendas descargas de energía como la supuestamente acontecida una noche de un cielo lejano, a la vista de todos.


Una cuestión eléctrica



El comportamiento de la electricidad en gases calientes a magnitudes cósmicas aún es una disciplina en pañales, pero el comportamiento de materiales sometidos a diferentes campos electromagnéticos podría brindar una idea de cómo una descarga espacial habría adquirido una forma cuasi-humana en el cielo remoto.


El gigantesco rayo “eléctrico” de plasma se asemejaría a un tronco humano representado en la figura del “hombre palo”, y los discos de energía atravesando axialmente al cuerpo se alejarían a modo de olas en direcciones opuestas, dando la sensación de brazos y piernas. La vista de perfil de un tercer elemento, una “rosca” central que rodearía al cuerpo, se apreciaría como dos puntos condensados hacia ambos lados de la figura, completando la representación más común del dibujo.


De esta forma, la repulsión entre discos junto al eje energético habrían dado lugar a una de las visiones más espectaculares que la humanidad antigua pudo haber tenido el gozo de apreciar: un gran ser de brazos abiertos y piernas arqueadas.


Según los vestigios gráficos, la figura del ocupante ilegal pudo apreciarse desde todos los puntos del globo. Su forma aparece grabada en culturas de Arizona, Tucson, Armenia, Nuevo México, Venezuela, España, Italia, los Alpes, Medio Oriente y China entre otras.


Negación popular, el estigma de las nuevas teorías



Pero, el ocupante ilegal podría no ser el único espectáculo celestial presenciado por el mundo antiguo. Diferentes patrones repetidos en petroglifos del planeta entero podrían tomar nota de nebulosas o explosiones abismales. Durante años, los científicos solo han reconocido solo al Sol, la Luna y los cometas en los dibujos de las culturas ancestrales como observaciones vívidas de la bóveda celeste, posicionando a Dioses, humanos y animales como un agregado imaginario de los artistas. Pero muchos arqueólogos modernos, como Anthony Peratt, han comenzado a validar a estos “intrusos” de la mitología antigua, como hechos de probables existencia real.



Según el redactor estadounidense Will Barkley, “aunque las observaciones y entendimientos de Anthony Peratt no constituyan ciertamente una respuesta absoluta y final, el hallazgo está lejos del entendimiento que se transmite en nuestros sistemas de educación”.


Así como la idea de la Tierra plana fue reemplazada por la Tierra redonda, así como el geocentrismo fue desplazado por el heliocentrismo, así como la teoría de la relatividad desbancó años de ideología newtoniana, el universo eléctrico amenaza con producir una ruptura total de las actuales teorías del cosmos. Frecuentemente desacreditados, los pioneros de la nueva ciencia pueden no estar lejos de correr con la suerte póstuma que Galileo, Newton y Einstein obtuvieron luego de ser negados durante años







http://www.lagranepoca.com/articles/2008/10/18/2555.html

No hay comentarios: